Técnicas de Relajación para Niños
¿Qué es la relajación?
Todo el mundo coincidirá en
señalar que la relajación es un estado de reposo o tranquilidad. El polo
opuesto a un estado de excitación general.
Desde la psicología de las
emociones, la relajación ha sido entendida como un estado de características
fisiológicas, subjetivas y conductuales similares a las de los estados
emocionales, pero de signo contrario. Las emociones intensas, especialmente las
negativas (ira, agresividad, estrés, etc.) cursan con un alto nivel de
actividad fisiológica, por el contrario, los estados de tranquilidad, caso de
la relajación, el nivel de activación fisiológica se supone mínimo, siendo su
principal mecanismo de acción la activación del sistema nervioso parasimpático.
Sea como fuere, lo importante es que conocer y aplicar estas técnicas supone un
potente recurso para combatir las emociones negativas y ayudar, también a los
niños, a generar estrategias para el control de ciertas conductas y afrontar o
reducir eficazmente miedos, ansiedad o síntomas depresivos.
Todos hemos tenido que lidiar
como padres con un niño cansado y enfadado, o con un niño que entra en pánico
cuando tiene que hablar en público o un niño muy nervioso. Una psicóloga amiga
me contó una vez que la técnica de respiración es de lo mejor para lidiar con
el estrés de padres e hijos. Ahí comencé a probar otras técnicas que en casa
nos han ayudado mucho. Os explico cuáles son las mejores según la edad que tenga
el niño.
Hemos comentado ya que la
relajación o inducción a un estado de mayor tranquilidad (menor activación
fisiológica) se inicia de forma natural a edades muy tempranas.
Durante el primer año de vida, el
bebé suele tranquilizarse mucho si siente a la madre cerca, hay contacto físico
o se le balancea suavemente en sus brazos o en la cuna. También el hablarle o
cantarle en tono suave y relajado propicia la transición hacia el sueño o un
estado más calmado. Sin duda, todos estos recursos ya constituyen formas de
relajación natural y universal.
Es a partir aproximadamente de
los 2 años y medio y en paralelo al aumento de la capacidad de los niños para
empezar a comunicarse verbalmente, cuando podemos introducir, si lo
consideramos necesario, alguna actividad de relajación más estructurada.
En la siguiente tabla exponemos las diferentes técnicas de
relajación según edad.
a)
Primera infancia (de 2,5 a 6
años)
Evidentemente, en esta etapa hablaríamos de “juegos de
relajación” más que de técnicas. Con ello queremos resaltar el hecho de que
este tipo de intervenciones guiadas por los padres deben ser, ante todo,
vividas y entendidas por el niño como un juego.
Más adelante, a partir de los 6 años, podemos ya introducir
diferentes técnicas más estructuradas en función de las necesidades de cada
caso.
Con los más pequeñitos, nos
ayudará tener un entorno tranquilo, silencioso. Podemos trabajar la relajación
justo antes de empezar a dormir, en la cama, y facilitarle así su transición al
sueño. La forma en que debemos aplicarla es básicamente a través de los
cuentos. Podemos utilizar, por ejemplo, el cuento de la tortuga y la liebre. El
cuento narra la historia de una liebre que retó a una tortuga a efectuar una
carrera. Convencida de su superioridad, la liebre empezó a correr y se dispuso
a esperar la tortuga justo antes de cruzar la meta y así poder reírse de ella.
La tortuga fue llegando poco a poco pero, cuando llegó, la libre se había
dormido…
Podemos utilizar también algún
objeto o juguete para ayudarle a identificar tensión-distensión. Por ejemplo,
una pequeña pelota de goma colocada en su mano y haciendo los ejercicios
apretando y aflojando la presión sobre la pelota. Otra opción es utilizar algún
peluche de su preferencia.
Los ejercicios de respiración
(aprender a inspirar por la nariz y expirar por la boca de forma pausada) lo
podemos hacer también diciéndole al niño que se imagine que es un globo que
lentamente se va hinchando (le damos también instrucciones para que vaya alzando
los brazos al tiempo que se hincha) para después deshincharse (expirando el
aire y bajando lentamente los brazos).
A medida que se va haciendo mayor
podemos introducir imágenes y sensaciones, por ejemplo, que el niño piense en
sus colores, juguetes, situaciones o personas favoritas que le ayudan a
sentirse bien y, también, instrucciones del tipo “Estas muy relajado y
tranquilo” o “Nota como sientes un calorcito muy agradable en tus brazos o
piernas…”
En esta primera etapa el objetivo
es más que el niño se empiece a familiarizar con algo que se llama “relajarse”
que no a conseguir resultados espectaculares respecto a las áreas que queremos
mejorar.
b) Infancia (de 7 a 9 años)
En esta etapa podemos ir dejando
los cuentos para centrarnos en instrucciones más estructuradas. Podemos empezar
a utilizar la Relajación progresiva, la pasiva, la autógena o una combinación
de ellas. La idea es seguir trabajando la diferenciación entre tensar y relajar
de los diferentes grupos musculares, el control de la respiración, y las
sensaciones de calor, pesadez, etc. Podemos hacerlo en la cama por la noche o
también utilizando un sofá, un asiento cómodo, etc. Lo importante es hacerlo en
momentos del día tranquilos.
El niño debe interiorizar que
cuando está nervioso, cuando tiene miedo o simplemente está enojado, parte de
sus músculos están tensos y todo él está activado. Reconocer estas sensaciones
es el primer paso para poner en marcha las estrategias trabajadas de relajación
y tratar de tomar él mismo el control de la situación.
En esta etapa la visualización de
colores o situaciones suele funcionar bastante bien. Así que podemos darle
instrucciones para que cuando tome aire pausadamente lo convierta en su color
preferido y de esta forma llene todo su cuerpo de tranquilidad y bienestar.
Debe notar como entra por la nariz baja por la garganta y llena los pulmones al
tiempo que una agradable sensación de calor inunda su cuerpo.
Debemos también trabajar en el
sentido de que el niño practique por él mismo la relajación en los momentos en
los que esté especialmente nervioso a lo largo del día. Para ello primero
deberá identificar sus emociones y tensión para aplicar la respiración
tranquila y la visualización de su color o imagen preferida. También podemos
añadir auto instrucciones del tipo: “relájate, tranquilo, respira…”
Normalmente estas rutinas pueden
costar algún tiempo o pueden parecer irrelevantes para el niño, pero con la
supervisión y el trabajo constante se producen mejoras significativas.
Otros recursos interesantes,
según características del niño, es efectuar algún ejercicio de relajación más
físico a través de los cepillos con ruedas, varillas y otros elementos que
permiten a los padres dar masajes en la cabeza, espalda, etc.. Este tipo de
relajación es muy adecuado en niños muy nerviosos y como preámbulo de la
relajación más formal por la noche antes de acostarse.
c)
Preadolescencia (10 a 12 años)
A estas edades las técnicas de
relajación preferidas por los niños ya están muy bien definidas si se han
trabajado con anterioridad y aconsejamos utilizar las de su preferencia. En el
caso de empezarlas a trabajar ahora, es necesario probar un poco con todas
ellas para averiguar la que se adapta mejor al niño. El orden puede ser:
Progresiva, Autógena, Pasiva y Respuesta Relajación. Puede utilizarse también
una mezcla de ellas.
Ahora el objetivo debe ser que el
niño sea capaz de aplicar en su vida cotidiana los recursos que le hemos ido
enseñando. Debe ser él mismo que delante de situaciones de conflicto o estrés
genere respuestas de relajación. Si se han trabajado correctamente, estas
estrategias se van interiorizando y se convierten en procesos casi automáticos.
d) Adolescencia (13 a 17)
Al llegar esta etapa, el joven,
ya debería tener adquiridos los recursos necesarios para manejar la relajación.
En caso de no haberse iniciado en su práctica puede ser ahora el momento. Como
en la etapa anterior deberemos efectuar una pequeña prueba con las diferentes
técnicas para encontrar la que mejor se ajuste a sus características
(Progresiva, Autógena, Pasiva y Respuesta Relajación). Es importante que el
joven tome parte más activa y que sea capaz de practicar él solo experimentando
cuál de ellas le resulta más cómoda y eficaz.
4-
Relajación Progresiva de Jacobson
Las técnicas basadas o adaptadas
de la original de Jacobson, consisten básicamente en aprender a tensar y luego
relajar los distintos grupos musculares del cuerpo, de forma que el niño o
adulto sepa discriminar entre las sensaciones cuando el músculo está tenso y
cuando está relajado. Se supone que una vez se ha aprendido a discriminar y lo
convirtamos en un hábito, estaremos en mejores condiciones para identificar y
tratar las diferentes situaciones cotidianas que nos crean ansiedad, tensión o
emociones negativas.
Este tipo de relajación puede aplicarse en niños a partir de
los 7 u 8 aproximadamente.
El método de aplicación básico es
el que exponemos a continuación, si bien, deberemos ser capaces de adaptarlo a
las necesidades o características de cada niño o persona.
Forma de aplicación:
Aconsejamos aplicar esta técnica
por las noches, antes de dormir o en su defecto buscar algún momento a lo largo
del día que sea tranquilo. El niño debe estar cómodamente instalado en un
sillón, sofá o cama. Mejor que esté ligeramente con el cuerpo algo incorporado
(podemos colocar alguna almohada en la espalda si está en la cama) que
completamente tumbado.
Las primeras instrucciones
verbales por parte de la persona que aplica la técnica deben orientarse a crear
una atmósfera tranquila: “Estas cómodo y relajado…” para después ir
introduciendo instrucciones más concretas: “Ahora me gustaría que siguieras
dejando relajado todo tu cuerpo, mientras concentras tu atención en tu mano
derecha (o izquierda si es su dominante). Cuando yo te diga, cierra el puño,
muy fuerte, todo lo que puedas. ¡Ahora! Fíjate lo que sientes cuando los
músculos de la mano y antebrazo están tensos…Concéntrate en ese sentimiento de
tensión y malestar que experimentas.”
Pocos segundos después (5 a 7)
añadimos la siguiente instrucción: “Ahora cuando te diga suelta, quiero que tu
mano se abra completamente y la dejes caer sobre tus piernas, déjala caer de
golpe. ¡Suelta!
La técnica empieza centrando su
atención en la relajación de los brazos y manos (en la primera sesión) para
incorporar en sesiones progresivas la cabeza (frente y cuero cabelludo, ojos y
nariz, boca y mandíbulas); el cuello; hombros, pecho y espalda; estómago; y
finalmente las piernas. Este orden puede cambiarse según las necesidades y edad
del niño. Una vez tenemos un grupo muscular trabajado podemos pasar a otro.
Es importante, después de los
ejercicios, dejar un tiempo de transición para recuperar el estado normal de
activación si efectuamos los ejercicios fuera de la hora previa a iniciar el
sueño.
5- La Relajación Pasiva
Esta técnica se diferencia de la
anterior (progresiva) en que no utiliza ejercicios de tensión. Puede resultar
indicada cuando los sujetos presentan dificultades o incapacidad orgánica para
tensar los músculos o relajarlos una vez tensados.
También hay que destacar que
aparte de las frases de la relajación pasiva se introducen frases típicas de la
relajación autógena.
Estas tranquilamente sentado (o
tumbado) con los ojos cerrados, todo tu cuerpo se adapta perfectamente al
sillón (u otro) de modo que no hay necesidad de tensar ningún músculo (pausa).
Ahora concéntrate en tu mano
derecha, deja que desaparezca cualquier tipo de tensión…. Nota como estos
músculos se van volviendo cada vez más relajados, más tranquilos, más calmados….
Ahora focaliza la atención más
arriba, en tu antebrazo derecho; nota como desaparece cualquier tensión; deja
que se relajen más y más…
Mientras que continúas con todo
tu brazo, antebrazo, y mano derecha relajados, concéntrate ahora en tu mano
izquierda….
El proceso va continuando
siguiendo todos los grupos musculares como se hacía en la relajación
progresiva, pero cada vez que termina de relajar uno, vuelve a mencionar los
anteriores, por ejemplo:
…La relajación se extiende ahora
por tus brazos… toda tu cara…tu cuerpo…y baja por los hombros…
Es en este punto es donde los
autores (Schwartz y Haynes 1.974), proponen la inclusión de instrucciones
autógenas para consolidar el proceso de relajación:
Estas muy relajado, sientes que
tus músculos se han vuelto pesados y notas un agradable calor en ellos… Siente
lo agradable que es ese calor y como tus músculos se relajan todavía más….
Al final la técnica finaliza con
instrucciones para relajar todo el cuerpo y además se incluye el control sobre
la respiración:
Nota todo tu cuerpo relajado,
muy, muy tranquilo. Deja tus pies…tus piernas…tu estomago…tu pecho…tu
espalda…tus hombros…tus brazos…tu cuello… tu cara… muy, muy relajados. Deja que
tu respiración lleve su propio ritmo monótono, tranquilo. Déjate llevar por
este estado de tranquilidad… Todas las partes de tu cuerpo están muy relajadas,
muy cálidas, muy pesadas…
Finalmente comentar que el tono
de voz suele ser más lento y pausado que el de la relajación progresiva, pero
sin llegar a adquirir tonos hipnóticos.
Si aplicamos esta técnica a niños
o personas con dificultades debemos evitar pasar de un grupo muscular a otro si
no se consigue un mínimo de relajación en el grupo previo. Recordar que hay que
adaptarse a la edad y características de cada persona.
6- La Relajación Autógena
Esta técnica fue estructurada
inicialmente por Schultz (1.932). Consiste, básicamente, en una serie de frases
elaboradas con el fin de inducir en el sujeto estados de relajación a través de
autosugestiones sobre:
1-Sensaciones de pesadez y calor
en sus extremidades.
2-Regulación de los latidos de su
corazón.
3-Sensaciones de tranquilidad y
confianza en sí mismo.
4-Concentración pasiva en su
respiración.
Al igual que sucede con las otras
técnicas, se espera que tras el entrenamiento supervisado por el terapeuta o
persona que lo aplique, el propio sujeto vaya practicando por él mismo hasta
conseguir relajarse de forma automática.
Forma de aplicación:
Las instrucciones a nivel
orientativo serían las siguientes, una vez situada en posición cómoda la
persona:
La sesión comienza con el sujeto
cómodamente instalado en el sofá, sillón u otro y con los ojos cerrados.
Las primeras frases son para que
tome conciencia de cómo siente su cuerpo en el sillón… Nota como todo tu cuerpo
se adapta al sillón… nota los puntos de contacto entre tu cuerpo y el sillón,
los puntos de contacto de la cabeza, la espalda, los brazos y las piernas… Tu
cuerpo se adapta totalmente y esto te crea una agradable sensación de reposo…
-Hay que dejar unas breves pausas
en silencio de unos 10 segundos entre instrucciones-
Seguidamente podemos introducir
ejercicios de respiración:
Ahora quiero que te concentres en
tu respiración, a medida que inspiras tu abdomen se eleva, y cuando espiras, el
abdomen baja suavemente… Ahora concéntrate en tu mano y brazo derecho y
comienza a decirte interiormente: Siento mi mano derecha pesada (se repite tres
veces), siento una agradable sensación de calor que recorre mi mano y brazo
derecho (dejar un tiempo para que el sujeto trate de sentir estas sensaciones).
Luego seguimos: Visualiza tu mano y brazo derecho en un sitio cálido, dándoles
el sol, nota esa agradable sensación… Imagínate que estas tumbado sobre la
arena caliente, en la playa (u otro), siente como tu brazo toca la arena
cálida. Repite tú mismo interiormente: “Mi mano y brazo derecho se vuelven muy
cálidos y pesados” (dejar un tiempo) y seguimos: una agradable sensación los
invade y los notas cada vez más relajados. Respira profunda y lentamente, tus
brazos están ya relajados.
Este tipo de instrucciones se van
dando sucesivamente para la mano y brazo izquierdo, pie y pierna derecha e
izquierda, volviendo después sobre todas las extremidades antes de pasar al
abdomen.
Mis manos y brazos están cálidos
y pesados (15 segundos repitiéndolo). Mis pies y piernas están cálidas y
pesadas (15 segundos repitiéndolo). Mi abdomen está ahora también cálido y
puedo notar una agradable sensación de tranquilidad por todo mi cuerpo.
Aquí, según como vaya la sesión,
podemos volver a trabajar la respiración: Mi respiración es lenta y regular. Mi
corazón late calmada y relajadamente… Mi mente está tranquila…
En este punto es muy probable que
el sujeto se halle totalmente relajado y, a partir de aquí, podamos introducir
instrucciones más concretas dependiendo de lo que queramos trabajar. Por
ejemplo, el sujeto deberá repetir interiormente por 3 veces: “Me siento seguro
y capaz de vencer mis problemas”, “Cada vez que espiro relajadamente mis
preocupaciones se alejan…”, “Soy capaz de controlar mi mente y mi cuerpo…”,
etc. “Ahora soy más capaz de mantenerme más relajado a lo largo del día”.
Dado que el sujeto puede llegar a
un estado de relajación profundo, resulta imprescindible terminar la sesión con
instrucciones para que paulatinamente vaya recuperando el estado de activación
normal pero todavía manteniendo los ojos cerrados. Para ello podemos irle dando
instrucciones del tipo: “Gradualmente voy volviendo a mi estado normal siendo
consciente de los sonidos externos…” “Voy sintiendo mi cuerpo sobre el sillón
(u otro) …” “Cuando lo desees, puedes empezar a mover tus dedos y poco a poco
abriendo los ojos…”
Recordar que las instrucciones
deben primero ser dadas por el instructor, pero después el sujeto debe ir
aprendiéndolas para auto aplicárselas. Por eso se han utilizado frases en
primera o tercera persona.
Esta técnica, como se ha
explicado, es la que introduce más elementos de autosugestión. No se pretende
llegar a ningún estado hipnótico sino a un nivel de relajación suficiente para
que el sujeto aprenda a interiorizar y automatizar estrategias de afrontamiento
delante situaciones que le preocupan o cursan con reacciones emocionales
desmesuradas (agresividad, etc).
7- La Respuesta de relajación
Este método fue desarrollado por
Benson (1.975) a partir de una adaptación de las técnicas de meditación
tradicionales. En ellas se utiliza un “mantra” o palabra secreta susurrada al
iniciado para producir estados de meditación profunda.
Según este autor, cualquier
palabra puede causar los mismos cambios fisiológicos que el “mantra”. Los
cambios fisiológicos más consistentemente encontrados son: decrementos en el
consumo de oxígeno, eliminación dióxido de carbono y en la tasa respiratoria.
Forma de aplicación:
La sesión comienza con
instrucciones de relajación general del cuerpo para luego centrarse en el
control de la respiración a partir de la repetición de una palabra clave:
Siéntate en una posición cómoda;
Cierra tus ojos; Relaja profundamente todos tus músculos, empezando por tus
pies y subiendo hasta tu cara; Respira a través de la nariz siendo consciente
de tu espiración…
A medida que expulses el aire di
la palabra “uno” para ti mismo (puede utilizarse cualquier otra palabra: relax,
paz, amor…). Inspira (coge aire) … expira al tiempo que repites “uno” (se
continua por un período de 5 a 15 minutos según características del sujeto).
Se incluyen instrucciones del
tipo: Puedes abrir los ojos para ver la hora, pero procura hacerlo poco y no
utilices el despertador…
También hay que introducir
instrucciones para que el sujeto aprenda a salir del estado de relajación
después de la sesión: Cuando termines, siéntate durante varios minutos, primero
con los ojos cerrados, y luego, con ellos abiertos. No te levantes hasta que
pasen algunos minutos; No te preocupes si no te relajes completamente al
principio. Deja que la relajación ocurra a su propio ritmo, no la fuerces.
Practica una o dos veces al día. Con la práctica la respiración ocurrirá sin
ningún esfuerzo…
8- Aplicaciones en diferentes
problemas
Tradicionalmente, estas técnicas
de relajación se han utilizado para tratar las actividades rutinarias que el
sujeto está llevando a cabo con más tensión de la necesaria para su correcta
realización, y que le está provocando un elevado estado de activación o
ansiedad generalizada. También para aquellas situaciones específicas ante las
que el sujeto experimenta ansiedad o estrés.
En adultos, hay evidencia
científica de su utilidad en problemas psicosomáticos como el insomnio, el
asma, la hipertensión y, también en las cefaleas, entre otros.
En niños pueden suponer una ayuda
importante en el tratamiento de fobias, miedos, problemas de sueño,
hiperactividad, déficit de atención e impulsividad.
No obstante, lo más importante,
es que los niños pueden aprender estrategias aplicadas a las que pueden
recurrir cuando haga falta. Hemos comentado que uno de los objetivos
fundamentales es que sean los propios sujetos los que aprendan a manejarse en
estas técnicas llegando a ser procesos automáticos. De esta forma y con el
entrenamiento adecuado, un niño puede, por ejemplo, reproducirse una palabra
mentalmente asociada a la relajación practicada (tranquilo, contrólate, etc.)
en momentos en los que identifica una situación de riesgo y así evitar daños
mayores.
En definitiva, la relajación
aplicada a niños presenta numerables beneficios. Entre ellos cabe destacar una
mejora en el autocontrol, suavizando los episodios disruptivos o impulsivos, un
aumento de la seguridad en sí mismos con una mayor capacidad de afrontar miedos
y temores, así como una disminución de la ansiedad anticipatoria delante de
sucesos que cursan con gran ansiedad. No en vano la relajación forma parte
fundamental de la técnica que denominamos Desensibilización sistemática y que
se aplica para el tratamiento de fobias.
Finalmente señalar la importancia
que la persona o niño que aprenda las técnicas comprenda bien no sólo lo que va
a hacer y cómo, sino también para qué.
Recordar siempre que es necesario
adecuar la técnica al paciente y no al revés. Esto es especialmente válido en
el caso de niños.
La mejor técnica de relajación es
la que así lo sea para cada persona.
En definitiva, las técnicas de
relajación en los niños mejoran la seguridad que tienen en sí mismos, se
muestran más sociables y menos agresivos, incrementa la alegría y
espontaneidad, además se aprecian a sí mismos más y con mayor profundidad.
Al ser una tarea conjunta,
refuerza la relación que mantienen padres e hijos, la práctica diaria reporta
múltiples beneficios a nuestro organismo (disminuye la ansiedad, estabilización
cardiaca y respiratoria, incremento de capacidad creativa, autoimagen
positiva).
¿Por qué es bueno que se relajen?
Para que su mente descanse y
grabe lo aprendido, además para que modifiquen su actitud y su comportamiento
ante situaciones difíciles que le pueden surgir como la frustración.
Podemos resumir, que todos
estamos sometidos a leves o fuertes tensiones, la ventaja es que todos estamos
al alcance de poder desestresar nuestro organismo, ayudémonos y ayudemos a
otras personas, con las técnicas de relajación.
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