Como motivar al estudiante
Se escucha a muchos docentes decir”¡Espero que aunque sea
alguno pueda sacar una A!”, no solo menosprecian las facultades de los alumnos,
sino que los está predisponiendo.
Los investigadores de este estudio han demostrado que los
estudiantes que han sido motivados y se tienen “confianza “, tienen un mayor
éxito académico, las amistades más estables y demostraron una mayor creatividad
y una mejor resolución de problemas. También tienen menores niveles de
depresión y ansiedad, e incluso son menos propensos a abandonar la escuela. Se
ha demostrado la confianza está ligada directamente con una actitud positiva y
con una autoestima alta, los estudiantes que tienen este sentimiento suelen
crear relaciones sociales mucho más fuertes.
La realidad indica que lo importante no es la enseñanza, sino
lo que los alumnos aprenden. La calidad del aprendizaje está relacionada
directamente, aunque no de manera exclusiva, con la calidad de la enseñanza.
Una de las mejores maneras de mejorar el aprendizaje es mejorar la enseñanza.
El aprendizaje real en la clase depende de la habilidad del
profesor para mantener y mejorar la motivación que traían los estudiantes al
comienzo del curso (Ericksen, 1978). Sea cual sea el nivel de motivación que
traen los estudiantes, será cambiado, a mejor o a peor, por lo que ocurra en el
aula. Pero no hay una fórmula mágica para motivarles. Muchos factores afectan a
la motivación de un estudiante dado para el trabajo y el aprendizaje (Bligh,
1971; Sass, 1989), como por ejemplo el interés en la materia, la percepción de
su utilidad, la paciencia del alumno… Y no todos los estudiantes vienen motivados
de igual manera. Y lo que sí está claro es que los estudiantes motivados son
más receptivos y aprenden más, que la motivación tiene una influencia
importantísima en el aprendizaje.
Lo que sí parece ser cierto es que la mayoría de los
estudiantes responden de una manera positiva a una asignatura bien organizada,
enseñada por un profesor entusiasta que tiene un interés destacado en los
estudiantes y en lo que aprenden. Si queremos que aprendan, debemos crear
condiciones que promuevan la motivación.
Empecemos con unos primeros consejos para motivar:
– Apoyarles, diciéndoles de vez en cuando que pueden hacerlo
bien.
– Intentar crear en clase una atmósfera abierta y positiva.
– Ayudarles a sentirse miembros valorados de una comunidad
que aprende.
Si somos profesores, nuestro trabajo podría decirse que
consiste en enseñar, pero tal vez mejor debiéramos decir que se trata de que
nuestros alumnos aprendan. Por poner un símil, nosotros les damos los
ladrillos, o les indicamos cómo encontrarlos, para que ellos construyan la
“casa del conocimiento”. Nosotros no podemos construir la casa (ellos son los
que deben aprender, ahí está la palabra aprendizaje), pero somos claramente
responsables de que se construya mejor o peor.
Las 8 características que más contribuyen a la motivación de
los alumnos son:
– El entusiasmo del profesor.
– La importancia del material.
– La organización de la asignatura.
– El nivel apropiado de dificultad del material.
– La participación activa de los estudiantes.
– La variedad en el uso de tecnologías docentes.
– La conexión entre el profesor y los estudiantes.
– El uso de ejemplos apropiados, concretos y entendibles.
Otros aspectos que aparecen:
– Explicar claramente el material de la asignatura.
– Dejar claro al alumno que el profesor quiere ayudarle a
aprender.
– Definir claramente los objetivos de la asignatura.
– Dejar claro cómo cada tema está relacionado con los demás
de la asignatura.
– Realizar un sumario de manera que ayude a la retención de
los conocimientos.
– Usar el sentido del humor.
– Introducir ideas estimulantes sobre la asignatura.
– Estar disponible para ayudar a los alumnos individualmente.
Estrategias de motivación
Se plantean con idea de que puedan utilizarse las que se
consideren pertinentes.
Depende del contexto de las características de la asignatura,
del curso, de los conocimientos previos, del tamaño del grupo, etc., la
utilización de unas u otras, aunque algunas se consideran fundamentales para la
motivación (al menos, así lo indican los estudios).
Si queremos construir algo, tenemos que saber primero en qué
tipo de terreno nos apoyamos:
1. Empezar conociendo a los estudiantes y a su situación
inicial.
Para poder empezar a darles los ladrillos será necesario
primero conocerlos y saber de sus habilidades y fortalezas, para poder
ofrecerles un tipo u otro de ladrillos.
Creo que todos hemos aprendido de nuestra experiencia que
aquellos profesores que no ponían ningún interés en aprender los nombres de los
alumnos no llegaban a conectar con ellos y no inspiraban el aprendizaje.
Recuerdo que mis mejores profesores eran los que realizaban un esfuerzo extra
para aprender los nombres de los alumnos de una manera rápida. No podemos decir
que estamos preocupados por el aprendizaje de los alumnos si no les conocemos.
Realizar un esfuerzo en aprender de una manera rápida los nombres,
aunque sea en un grupo amplio. Algunas pistas:
– Aprovechemos un detalle curioso: los alumnos tienden a
ocupar todos los días el mismo asiento que ocuparon el primer día o en una
proximidad razonable. El primer día de clase, podemos aprovechar para pedirles
que rellenen una ficha en la que indiquen, además de su nombre, el interés que
tienen por la asignatura, qué creen que van a aprender, qué expectativas tienen
ante la asignatura… y aprovechar parte de esta primera clase para que algunos
de ellos lo expongan. Si guardamos las fichas de una manera ordenada por filas,
y nos hacemos después un listado, lo podemos utilizar para futuras clases para
hacer preguntas a los alumnos. Siempre se trata de que el alumno reconozca
nuestro interés en conocerle.
– Averiguar sus posibles miedos, debilidades o dificultades.
Por ejemplo, decirles si es necesario haber cursado alguna otra asignatura
antes de enfrentarse a ésta. Que nos digan qué han oído hablar de la
asignatura.
2. Conocer sus métodos de aprendizaje.
Por medio, por ejemplo, del juego de Perry, se puede detectar
el procedimiento más utilizado de aprendizaje. Consiste en que cada alumno
elija, entre 53 afirmaciones relacionadas con la docencia, aquéllas con las que
está de acuerdo (se puede utilizar para el primer día de clase, por ejemplo).
3. Que se note el entusiasmo con tu asignatura.
Si estás apático o aburrido, los estudiantes también lo
estarán. Dicho entusiasmo viene muchas veces del gusto por la materia o por el
genuino placer de enseñar. Se nota cuándo a un profesor le gusta enseñar.
4. Intentar individualizar la enseñanza en la medida de lo
posible. Dedicar tiempo a cada estudiante.
Todos los estudiantes quieren satisfacer sus necesidades, y
hay que recordar que cada alumno y cada clase son diferentes. Quieren
profesores que sean reales, que les reconozcan como seres humanos, que les
chequeen regularmente, que apoyen su aprendizaje, que les informen individualmente
de su progreso.
5. Tratar a los estudiantes con respeto y confianza.
Los comentarios a los estudiantes pueden hacerse, pero nunca
de forma peyorativa. Nunca ridiculizar a un estudiante en público. En ese caso,
el alumno, en vez de orientar su energía al aprendizaje, la dedicará a sus
sentimientos. Mejor decir las cosas en privado. Si el alumno hace una cosa
bien, felicitarle; le dará confianza (en la materia y en el profesor). Démosle
al estudiante su dignidad y él nos recompensará con su esfuerzo.
Si detectamos una debilidad en el estudiante, dejarle claro
que tus comentarios se refieren a un trabajo determinado, pero no al estudiante
como persona. Apoyarle al alumno, en vez de juzgarle.
6. Mantener altas expectativas de los estudiantes.
Si a un alumno le dices que no va a aprobar, se desmotivará.
Si les animas diciendo que pueden hacerlo y se le comenta qué herramientas debe
utilizar (tiempo de estudio, realización de problemas, trabajos…) sentirá que
el profesor tiene confianza en él.
Preguntarles qué pensarían si supieran que su médico,
dentista, asesor financiero, etc. justo ha sacado aprobados en la carrera. Animarlos,
no sólo a aprobar, sino a aprender.
7. Señalar la importancia de la asignatura.
Explicar en detalle por qué la materia es importante. Señalar
ejemplos de su utilidad en su vida profesional. Realizar problemas prácticos de
aplicación. Todo esto desde el primer día
hasta el último, pero siendo realista, analizándolo en el
contexto de la titulación.
8. Variar los métodos de enseñanza. Que valga la pena ir a
clase.
No vale la pena ir a una clase en la que el profesor se
limita a seguir al pie de la letra unos apuntes o un texto, simplemente
leyéndolo. Se trata de evitar el aburrimiento, la rutina. Que cada clase sea
una aventura nueva. Estamos acostumbrados a las clases magistrales en las que
los alumnos son meros oyentes. Pero el estudiante aprende haciendo,
construyendo, diseñando, creando, resolviendo, el aprendizaje mejora si se
obliga al alumno a utilizar varios sentidos. La pasividad de las clases
magistrales amortigua la motivación y la curiosidad de los estudiantes.
Que los estudiantes sepan qué se va a tratar en la siguiente
sesión, pero sin saber cómo.
La manera en que un estudiante aprende no depende sólo de su
inteligencia o de su educación anterior, sino de su estilo preferido de
aprendizaje. Hay que preguntar a los alumnos cómo aprenden mejor.
Tipos de aprendizaje fundamentales:
– Visual: aprenden mejor viendo y leyendo lo que estás tratando
de enseñar.
– Auditivo: aprenden mejor escuchando.
– Táctil y psicomotor: aprenden mejor haciendo.
Herramientas que se pueden utilizar:
– Clase magistral
– Clase magistral con discusión.
– Panel de expertos.
– Brainstorming (lluvia de ideas).
– Videos.
– Discusión en clase.
– Discusión en pequeños grupos.
– Análisis de casos.
– Role-playing.
– Ejercicios-problemas de análisis.
– Problemas de diseño-problemas complejos abiertos.
– Simulaciones
– Prácticas de laboratorio, visitas a empresas.
Por qué introducir el trabajo en grupo: los estudiantes
aprenden mejor cuando reflexionan, dialogan, preguntan, escriben, resumen y
crean su propio conocimiento. Modos de introducir el trabajo en grupo: parejas,
PBL, estudio de casos, juegos, simulaciones. El PBL es una técnica en la que se
le da un problema al estudiante antes de estudiar los conocimientos necesarios
para resolverlo.
Otras técnicas:
– Dejar partes en blanco en las transparencias en zonas
críticas, en las que los alumnos tengan que pensar. No dar los temas completos.
– Incluir de vez en cuando diapositivas graciosas,
humorísticas….
9. Implicar, si es posible, al estudiante en la elección de
algún tema a estudiar.
Esto puede hacerse más fácilmente en las asignaturas optativas.
10. Fomentar la participación activa de los estudiantes.
Hacer preguntas.
Ello aumenta su interés y aprendizaje. Moverse alrededor de
la clase para fomentar la discusión. Cuando un estudiante hace una pregunta,
alejarse de él; así tiene que hablar a toda la clase y coge el protagonismo.
Incluso en grupo grande se pueden realizar preguntas.
Pero, un
detalle: como profesores, tendemos a hacer preguntas dentro de la categoría del
conocimiento en un 80 o 90% de las veces. Estas cuestiones no son malas, pero
sí lo es
utilizarlas todo el tiempo. Sería interesante utilizar
diversos tipos de preguntas. Aquí están los 6 tipos de preguntas definidos por
Bloom (1956):
– De conocimiento: recordar, memorizar, recogida de
información (qué, quién, cuando cómo, dónde, describir).
– De comprensión: interpretar, describir con sus propias
palabras, organización y selección de hechos e ideas.
– De aplicación: resolución de problemas, poner un ejemplo
de…., decir cómo está relacionado con….., ¿por qué es importante…?
– De análisis: identificar motivos, separación de un todo en
sus partes componentes, clasificar de acuerdo con…, comparar/contrastar con….
– De síntesis: crear un producto único, original, bien de
forma verbal o un objeto físico. Combinación de ideas para formar una nueva
totalidad. ¿Qué ideas puedes añadir? ¿Cómo crearías/diseñarías un nuevo…?¿Qué
podría ocurrir si combinas…? ¿Qué solución sugerirías para…?
– De evaluación: Hacer juicios de valor sobre asuntos.
Desarrollo de opiniones. ¿Estás de acuerdo con…? ¿Qué piensas sobre…? ¿Qué es
lo más importante de …? Colocar en orden de prioridad. ¿Qué criterios usarías
para evaluar/valorar…?
11. Responder claramente a sus preguntas.
¿Qué se puede hacer cuando un alumno realiza una pregunta?
Posibilidades: repetir la pregunta, contestarla, redirigirla, promover una
discusión entre los estudiantes.
12. Nivel adecuado de la materia.
Si suspenden demasiados alumnos es posible que algo no se
esté haciendo bien. Si los alumnos ven que suspenden en un elevado porcentaje
la asignatura, se desmotivan. Relación directa entre motivación y aprobado.
13. Enfatizar de una manera continua los conceptos
fundamentales.
Repetir esos conceptos a lo largo del curso e incluirlos
siempre en los exámenes. Avisar de la dificultad de ciertos conceptos para
captar la atención de los estudiantes, ya que su nivel de atención varía a lo
largo de la clase. Es importante que el alumno oiga de las aplicaciones en el
mundo real. Ejemplos: “Esto es tan importante que debierais ponerlo en una placa
sobre vuestra cama…” o “Escribir en los apuntes: seré una bruta bestia si digo
que 2 por 2 elevado a la x es igual a 4 elevado a la x”.
14. Utilizar ayudas visuales para explicar conceptos
abstractos.
15. Señalar qué contenidos deben ser aprendidos de memoria, y
cuáles están basados en la lógica.
Decirles también qué deben hacer para sacar adelante la
asignatura.
16. Una vez que se introduzca un nuevo concepto, aplicarlo
con ejemplos inmediatamente.
Considerar lo que los estudiantes pueden saber.
17. Dar importancia al vocabulario durante el curso.
Muchas veces nuestros alumnos no resuelven bien los problemas
porque no leen correctamente o no entienden los enunciados. Dedicar tiempo a la
comprensión del vocabulario técnico, terminología de la asignatura. Si así lo
requiere la materia, se puede ir elaborando un diccionario de términos,
sinónimos, también en otros idiomas, etc. Ejemplo: caudal, gasto, descarga,
flujo volumétrico.
18. Ser flexible, fluido, experimentador, con capacidad de
adaptación a las circunstancias.
Tener la posibilidad de desviarte del programa si surge
alguna actividad diferente de la que los alumnos puedan aprender (visitas a
empresas, charlas…). Las visitas a empresas son una
oportunidad única de aprendizaje.
19. Un buen profesor debe tener un toque de humor.
Interrumpir las clases con anécdotas, analizando por ejemplos
errores cometidos por alumnos anteriores, chistes, etc, crea una atmósfera más
relajada que favorece el aprendizaje de los alumnos.
20. La motivación aumenta en función de cómo esté organizado
el material de estudio.
Aquí surge la eterna pregunta. ¿Es mejor seguir un libro de
texto (o unos apuntes propios) o que cojan apuntes teniendo como base una
bibliografía recomendada? Mi opinión es que depende de la asignatura. Si por
ejemplo tienes una materia de 9 créditos en un cuatrimestre, la única opción
viable para que los alumnos la sigan es que dispongan de un material de
referencia. Sin embargo, en la mayoría de los casos, se puede optar por una
solución mixta. Darles unos apuntes en los que haya espacios en blanco que
deban rellenarse con la bibliografía recomendada. Ello les obliga a utilizar diferentes
libros y aumenta el aprendizaje. De hecho, recuerdo en mi caso que el profesor
de Química utilizó este sistema y me hizo aprender mucho. Creo que si el alumno
sólo tiene un material de apoyo, no le da tiempo, a la vez que toma apuntes, a
interiorizar lo que se está planteando por el profesor, (máxime cuando es
chico, porque no podemos hacer dos cosas a la vez, al menos eso es lo que dicen
las mujeres).
Por otro lado, un material claro, legible, atractivo, motiva
al aprendizaje. Unos apuntes desfasados, no actualizados, señalan poca
preocupación del profesor.
21. Recordar que las clases magistrales no son tan malas.
Con ellas se pueden cubrir conocimientos no disponibles de
otras maneras: descubrimientos o progresos recientes, investigaciones…que todavía
no han llegado a los libros… ni a nuestros apuntes. Se puede comunicar con muchos
estudiantes al mismo tiempo. Se enfatiza el aprendizaje auditivo. Pero recordar
que a los 15-20 minutos el interés decrece, con lo que conviene dividir la
clase en períodos de dicho tiempo, cambio de actividad, ya que un 15 % del
tiempo se pasan fantaseando…. Y hay que repetir varias veces las ideas de
formas distintas, porque la información se olvida rápidamente en este tipo de
clases.
22. Al principio de clase, poner lo que se va a enseñar, el
plan de batalla.
Señalar al principio lo que se va a dar y que se quede
escrito durante toda la clase para ir acudiendo a dicho índice según se van
viendo los apartados.
23. En la pizarra, importante la organización y la claridad.
A los estudiantes les gusta la estructura. Que sepan dónde
estamos escribiendo si se pierden en el momento de tomar apuntes. Yo utilizo
desde siempre la técnica de dividir la pizarra en tramos con líneas verticales.
24. Que cada clase tenga un comienzo, un desarrollo y un
final.
Es frustrante para los alumnos dejar las cosas a medias.
Dedicar siempre un tiempo al final para hacer un resumen de todo lo visto.
25. Utilizar la pizarra como freno.
Para no correr tanto al poner transparencias que los alumnos
se pierdan.
26. Si se realizan exámenes parciales o algún tipo de
evaluación continua, transmitirle los resultados al alumno lo más rápidamente
posible.
Se trata de que el alumno sepa en cada momento cómo va y qué
tiene que hacer para mejorar. Transmitir a todos los alumnos copias de los
trabajos bien hechos. Ello puede servir de aprendizaje para los demás.
27. Integrar los nuevos conceptos con conocimientos previos
de esa o de otras asignaturas.
28. Utilizar la técnica del minuto en la cuartilla.
Es una manera muy rápida y simple de recoger una estimación
del aprendizaje de los alumnos. Se les dice que escriban, al final de la clase,
dos cuestiones en una frase cada una: ¿Cuál es la cosa más importante que has
aprendido durante la clase? Y ¿qué cuestión importante permanece sin resolver?
Partir en la siguiente clase con el análisis de las respuestas obtenidas con la
técnica: una transparencia. Nos podemos sorprender de sus respuestas.
29.
Preguntar a los alumnos a principio de curso cómo van a organizar su tiempo y
qué van a hacer para sacar adelante el curso.
¿Han hecho
algún tipo de planificación para superar el curso? Animarlos a que la hagan.
30.
Establecer medios para evaluar la propia docencia.
La única manera de mejorar la docencia es evaluarla de una
forma continua, contrastándola con alumnos u otros profesores, para introducir
las mejoras oportunas para mantener la motivación de los estudiantes.
31. Dar
guías para aprender a aprender.
Algunos
ejemplos de mini-clases:
– Método de
resolución de problemas.
– Cómo
escribir un texto.
– Cómo leer
un libro.
– Cómo
utilizar la bibliografía electrónica.
32.
Asignar responsabilidades de liderazgo a los alumnos.
Por ejemplo,
indicar a dos alumnos al principio de clase que deben realizar un sumario o
resumen que deben transmitir al resto al finalizar la clase.
33. Ir
controlando el tiempo que dedica el alumno a la asignatura.
Los
estudiantes no son míos, sino que los tengo compartidos con el resto de
profesores del curso. Que la carga de trabajo sea factible con el número de
créditos de la asignatura.
34.
Dedicar el último día de clase a un repaso general.
35.
Recordar que las condiciones ambientales también influyen en la motivación.
36. Dar
temas provocadores.
– Si
trabajas en una empresa que contamina ilegalmente, ¿qué harías y por qué?
Problemas de
ética profesional.
– Asignar
diferentes proyectos de investigación a los alumnos.
– Asignar el
análisis de diversos artículos.
– Dejar a
los alumnos que preparen las preguntas de examen, de manera que el profesor
escoja entre ellas una parte del examen.
¿Qué
podemos hacer el primer día de clase?
Podríamos
empezar diciendo simplemente: “este es el primer día, adelante con la materia”.
Otra
posibilidad: “este es el programa, la bibliografía, nos veremos el próximo
día”.
Ninguna de estas dos opciones (muy practicada la segunda) la
considero adecuada. Esta opción puede dar la sensación al alumno de que el
tiempo de clase no es demasiado importante. Además, se pierde la oportunidad de
usar la excitación que los estudiantes traen el primer día: la oportunidad de
dirigir la excitación hacia el entusiasmo por la clase. Presento varias
posibilidades (no habría por qué hacer todo el primer día) para conseguir un
comienzo positivo:
a. Implicar a los alumnos rápidamente. Hacer que hablen, permitirles que
escriban mediante alguna actividad semejante a la señalada en 1 (¿cuáles son
sus expectativas para la asignatura?, ¿qué creen que van a aprender?, ¿cuáles
son sus sentimientos?) Preguntarles qué problemas o ideas les gustaría que se
viesen en el curso. De esta manera les estamos diciendo desde el principio que
ellos van a ser participantes activos. Dejar que pregunten cosas sobre la
asignatura. Así empezamos a conocerlos desde el primer día.
b. Identificar el valor y la importancia de la materia. Los estudiantes no suelen tener las
ideas claras de por qué la asignatura es importante. Cuanto más pronto se haga,
más rápido se motivará en su aprendizaje. (Para qué voy a estudiar algo si no
sé para qué sirve). Una herramienta: presentar ofertas de trabajo en las que
requieran conocimientos o habilidades relacionadas con la materia. Posibles
ámbitos profesionales de utilización de dichos conocimientos.
c. Establecer expectativas del curso. Cantidad de tiempo apropiada de
tiempo de estudio y de trabajo en casa, la importancia de entregar los
trabajos, problemas, asignaturas a haber cursado previamente, etc. a tiempo,
qué tipo de interacción se espera de los alumnos. Hay que hacerles ver que el
profesor está preparado para enseñarles a aprender
d. Revelar algo sobre ti mismo. Los estudiantes te verán más cercano
si te pueden ver como ser humano. Compartir experiencias personales y estar
dispuesto a reírte de ti mismo pueden ayudar en el proceso. Se pueden señalar anécdotas,
cosas que pasaron el primer año que diste la materia, cómo la estudiaste.
Decirles lo que yo, como profesor, espero de ellos. ¿Qué
piensas sobre la enseñanza y el aprendizaje? ¿Cuáles son tus esperanzas? Que se
note que te gusta enseñar la asignatura, que tienes entusiasmo en ello. Poner
el nombre sobre la pizarra (muchas veces no lo conocen ni al final del curso).
Importante: no señalar tus limitaciones; esto aumentaría la inseguridad de los
estudiantes.
e. Establecer tu propia credibilidad. A veces ocurre
automáticamente, pero otras el alumno necesita saber la experiencia previa del
profesor, investigación, publicaciones. Esto permite ganar la confianza del
alumno: “el profesor sabe de
lo que está
hablando”.
f. Establecer el clima para la clase. Cada profesor puede
preferir un tipo de clima: intenso, relajado, formal, personal, con humor,
serio, etc.. Sea cual sea el clima, ponerlo en práctica desde el primer día. Se
puede establecer una discusión sobre problemas típicos en este campo, mitos comunes,
interpretaciones provocadoras sobre temas de la asignatura…aprovechando el
posible conocimiento previo de la misma
g. Proporcionar información administrativa. Temario, material
que necesitarán los estudiantes, trabajo en casa necesario a realizar, horas de
tutorías, situación del despacho, exámenes, métodos de evaluación….
h. Introducir la materia. Qué es, partes, temas.. Con qué otras
asignaturas están directamente relacionadas.
i. Dar al
final dos minutos para que expresen su reacción ante el primer día. Esto es
algo que se puede hacer todos los días: ¿Cuál es la cosa más importante que has
aprendido hoy?
Es
importante que se haga el primer día lo que quieres hacer el resto del curso.
Si quieres que haya debates, que los haya el primer día, si quieres trabajar en
pequeños grupos, encontrar alguna manera de que lo hagan el primer día.
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