En primer lugar, es importante
definir qué es la frustración. La frustración es un sentimiento que surge
cuando no logramos conseguir nuestros deseos. Ante este tipo de situaciones, el
niño suele reaccionar a nivel emocional con expresiones de ira, de ansiedad o
disforia, principalmente, aunque también tiene reacciones físicas (más adelante
lo veremos todo en detalle). Son los niños con baja tolerancia a la frustración
y, en su caso, el origen de la problemática no se encuentra en las situaciones
externas en sí mismas, sino en la forma en la que el pequeño las afronta, y
aquí los padres tienen mucho trabajo qué hacer.
Educar a los niños con baja
tolerancia a la frustración
Es fundamental enseñar a nuestros
hijos a tolerar la frustración desde pequeños, a afrontar esas situaciones en
que no consiguen lo que quieren, aunque eso signifique que de vez que veamos a
nuestro hijo 'sufrir'. Pero ese sufrimiento es pasajero y muy poco comparado
con el que puede sentir cuando se enfrente él solo a los 'NO'" o a los
problemas de la vida y no tenga a nadie que le 'alivie'.
Aprender a tolerar la frustración es
fundamental para nuestros hijos. Ante cualquier problema pueden sufrir esta
amarga sensación de impotencia, rabia y tristeza por no conseguir aquello que
desean. Sentimiento que se puede repetir cuando no se cumple un proyecto, una
ilusión o un deseo.
“Tolerar la frustración significa ser
capaz de afrontar los problemas y limitaciones que nos encontramos a lo largo
de la vida, a pesar de las molestias o incomodidades que puedan causarnos. Por
lo tanto, se trata de una actitud y, como tal, puede trabajarse y
desarrollarse”.
A veces tratamos de evitarles el
dolor y las frustraciones, pretendemos hacerles felices dándoles lo que desean,
evitándoles las cosas malas, pero estamos equivocados. Una persona feliz no es
aquella que no se equivoca nunca o aquella que siempre consigue todo lo que
quiere. Todas las personas cometen errores, y a todas las personas les cuesta
conseguir lo que quieren. Es parte de la condición humana. Una persona feliz,
es aquella que sabe afrontar sus errores, aprende de ellos y sabe superar la
frustración de forma constructiva.
Si evitamos a nuestros niños y niñas
las frustraciones, llegara un día irremediablemente en el que tendrán que
enfrentarse a esto y no podrán hacerlo porque no tendrán los recursos
emocionales para ello.
Debemos ver la frustración y los
errores como parte de la vida, y por lo tanto es nuestra responsabilidad hacer
que los más pequeños estén preparados para ello. Enseñarles a aprender de sus
errores, a afrontar los fracasos y superar la frustración, a conseguir sus
metas y a esforzarse para ello.
Los niños entre los tres y los seis
años son totalmente egocéntricos. No tienen todavía ninguna empatía con su
entorno, ni siquiera con sus familiares o sus amiguitos. Su comportamiento
egocéntrico es normal y habitual. Nuestros hijos a esas edades no saben esperar
porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo. Tampoco son capaces de
pensar en los deseos y necesidades de los que les rodean. Pero a partir de esa
edad los niños empiezan a ser conscientes de su entorno y a sentir empatía.
Perfil de los niños con baja
tolerancia a la frustración
Por lo
general, los niños que no consigue enfrentarse positivamente a la frustración
poseen un perfil y unas características así de aproximado:
Son niños
exigentes y demandantes.
Buscan
satisfacer sus necesidades en forma inmediata, por lo que frente a la espera o
postergación de sus necesidades suelen presentar pataletas y llanto fácil.
Les
cuesta manejar las emociones.
Más
impulsivos e impacientes.
Pueden
desarrollar con más facilidad que otros niños problemas de ansiedad.
Son
poco flexibles y les cuesta adaptarse a las situaciones nuevas o que no son
como se esperan.
Reacciones de los niños ante la
frustración
Cuando el niño
no gestiona ni se sabe manejar la frustración, esta se acumula y aparecen otros
sentimientos como enfado, ira o rabia. Siente el impulso de atacar, franquear
el obstáculo e, incluso de escapar. Cada niño y cada persona reacciona de
manera distinta ante esta situación, pero podríamos esta establecer cuatro:
Agresión
física o psicológica. Aquí habría que hablar, por desgracia, de niños que
se autolesionan o que expresan su agresividad con sus padres.
Resignación
o apatía. Los pensamientos negativos se agolpan en la cabeza con niño. El
pequeño se repite constantemente frases como 'no puedo hacer nada' o 'he
perdido'.
Huida.
Esta es una reacción más típica de adolescentes que, como no puede soportar la
situación, se aleja de ella.
Conversión.
La tensión que el niño lleva dentro puede desembocar a dolores físicos o en
fatiga y cansancio.
Hay
que tener claro que ninguno de estas reacciones solucionará el problema incluso
pueden agravarlo. Reconozcamos las emociones y aprendamos a canalizarlas para
que sus consecuencias sean las mejores posibles.
Cómo
enseñar al niño a tolerar la frustración
A manejar y tolerar la
frustración se aprende desde pequeño, y depende en gran medida de lo que los
padres hagamos.
Cuando un niño
presenta baja tolerancia a la frustración, en parte será debido a los
aprendizajes que haya tenido y en parte a su carácter. Por eso es fundamental
tener claro como padres que la frustración es un 'mal necesario' y que los
niños tienen que saber gestionarlo.
El sentimiento
de fracaso nos acompaña toda la vida. Lo podemos sufrir en los estudios, el
trabajo, en nuestra relación de pareja, con nuestros familiares… Incluso aunque
nos esforcemos mucho, nos encontraremos con este incómodo sentimiento.
Aprender a
tolerar la frustración es fundamental para el desarrollo de la personalidad. Si
no lo hacemos serán más débiles porque no tendrán recursos para afrontarlo. No
debemos evitar estas situaciones ni compensarlas con regalos. Las frustraciones
cotidianas son oportunidades para aprender a gestionar sus emociones. Los
padres debemos acompañar a nuestros hijos y escucharlos en estos momentos en
los que la frustración aparece. También ayudarles a buscar soluciones
alternativas que les hagan madurar y seguir adelante
Si el niño
consigue siempre o casi siempre lo que quiere cuando lo pide, o tras una
rabieta obtiene lo que deseaba o se libra de lo que no quería, o si le evitamos
cualquier tipo de sufrimiento, (porque nos da pena verle pasarlo mal, porque no
queremos que sufra, o por no escucharle más...) no le enseñamos a manejar sus
emociones y mucho menos sus conductas.
5 técnicas para enseñar a tolerar la
frustración
Aprender del
fracaso y los errores no es fácil, pero es necesario para afianzar nuestra
personalidad y autoestima. Os vamos a hablar de 5 técnicas para aprender a
tolerar la frustración desde pequeños.
1. Dar ejemplo
a nuestros hijos
Si los padres
mantenemos una situación positiva ante situaciones adversas, les daremos
ejemplo sobre cómo hay que afrontar los problemas. Si nos enfadamos o gritamos
no les estaremos enseñando cómo tolerar la frustración.
2. Deja que lo haga solo
Aunque nuestro hijo se equivoque o no
lo haga de la forma correcta, tiene que aprender a hacer sus tareas solo. No
solo aprenderá a ver el error como algo positivo, sino que está desarrollando
sus competencias y afianzando su autoestima.
3. Siempre con esfuerzo
Nuestro hijo tiene que aprender desde
pequeño que las cosas se consiguen con esfuerzo. No le podemos dar todo
resuelto porque no valorará nada. Tampoco le podemos dar tareas que no sea
capaz de resolver por edad, madurez o habilidad. Si siempre le damos todo
resuelto no asumirá retos, ni se equivocará no podrá aprender de sus errores.
Además, aprenderá el valor del esfuerzo y a ser perseverante para solucionar
situaciones adversas.
4. No ceder ante sus rabietas y
enfados
El arma de nuestros hijos son las
rabietas y enfados. Cada vez que cedemos ante estos comportamientos, ellos
entienden que es la forma de conseguir todos sus deseos. Tienen que afrontar
las situaciones problemáticas y aprender de sus fracasos.
5. Afrontar la frustración de forma
constructiva
Para que los niños comprendan sus
actitudes antes el fracaso o el error, den aprender a identificarlas y
verbalizarlas. Hablar con ellos de lo que les ha ocurrido les ayuda a calmarse.
Tenemos que escuchar cómo se siente y cuáles son sus emociones. Luego ya
podemos ayudarles a entender su reacción y a buscar soluciones prácticas.
Qué puede hacer los padres con niños
con baja tolerancia a la frustración
Si nos encontramos con que nuestro hijo es un niño con baja
tolerancia a la frustración, como padres podemos reconducir esa situación,
podemos reeducar al niño para que poco a poco aprenda a manejarla.
Primero debemos analizar qué ha podido llevar a esa
situación, (¿normas y límites poco claros?, ¿carácter?) y comenzar a cambiar lo
que sea necesario.
Ayudar al niño a diferenciar entre
sus deseos y necesidades, ayudándole a entender que no siempre se puede tener
lo que se quiere cuando se desea.
Enseñarle a tolerar la demora del refuerzo o
de conseguir lo que quiere. Si me pide algo, no dárselo inmediatamente, sino
cuando pueda o yo como adulto considere oportuno y explicarle en qué momento lo
tendrá, o por qué no lo tendrá.
Cuando el niño se frustre, ayudarle a
entender lo que le pasa. De donde viene su tristeza o su enfado, y que exprese
con palabras lo que le ocurra.
Establecer y poner normas, límites y
rutinas claros y acordes a la edad de los niños.
En el caso en que la situación nos
desborde, acudir a un profesional que nos guíe y nos oriente siempre es la
mejor opción que los padres podemos barajar. Nos ayudará a analizar la
situación y nos ayudará, también, en el proceso.
Cambia la manera de ver los fracasos. Haz que no vean los
fracasos como algo negativo, no consiste en el todo o nada, sino en aprender de
lo que hemos hecho y como lo hemos hecho. Cuando algo les salga mal debemos
hacer que no lo vean como algo negativo, son cosas que pasan, y que lo
importante es darse cuenta de donde nos hemos equivocado para que no vuelva a
ocurrir.
Convierte la frustración en aprendizaje. Que el niño lo
conciba como una oportunidad para aprender y ser creativo.
Enséñale que en toda situación de fracaso puede haber algo
positivo. Esto puede parecer complicado, pero es fundamental. Ante todo,
fracaso hay siempre algo positivo que es la capacidad de aprender de ello, la
posibilidad de crecer como persona también.
Educa en el esfuerzo, pero marcando objetivos razonables. Los
niños y niñas han de aprender que para conseguir ciertas cosas es necesario
esforzarse. De esta manera verán que el esfuerzo es una manera de solucionar
sus fracasos.
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