Profesores tóxicos
No existe el profesor perfecto, porque todos somos seres
humanos y en muchos momentos de la vida podemos llegar a equivocarnos. Sin
embargo, dichos fallos o errores pueden conducir en algunas ocasiones a ser lo
que se conoce como un profesor tóxico, ya sea por causas personales, por malas
decisiones o por el proceso social y educativo del entorno. Es importante
analizar las actitudes o circunstancias que pueden conducir a dicha definición
y no juzgarlas, sino procurar corregirlas o evitarlas con el fin de buscar
mejorar siempre el sistema educativo de manera positiva. Y si esto puede
lograrse haciendo pequeños cambios en el comportamiento o en la forma de dar
clases, seguro que merecerá la pena el esfuerzo.
Comportamientos típicos de profesores tóxicos
1.
Su vocación no es la de enseñar en el aula
Muchas personas pueden sentirse en un momento dado atraídas
por la educación, pero no necesariamente esto significa que se tenga una
verdadera vocación para enseñar en aula. Si estar con los alumnos, emocionarse
por su aprendizaje, buscar ideas para hacer que las materias y los mensajes
lleguen o preocuparse por los problemas del alumnado más allá del aula, son
comportamientos que cuesta tener, podría pensarse que esa persona no tiene
vocación de maestro/a. Esto no significa, sin embargo, que esa persona no pueda
ofrecer un gran aporte a la educación, sino que tal vez esté en el lugar
equivocado y su profesión pueda terminar agobiándola o dañándola de algún modo.
Si es tu caso, medita si tu verdadera vocación es estar en aula o no.
2.
Tiene un pensamiento rígido en la forma de educar
Si te cuesta aceptar nuevas formas educativas y las
propuestas de tus propios alumnos y colegas las ves más como insultos que como
una oportunidad de mejorar, podrías estar sufriendo lo que se conoce como pensamiento
rígido. Un profesor que no se abre a los nuevos pensamientos y a la innovación,
podría ser un profesor tóxico.
3.
Comportamiento a la defensiva de forma constante
Tener un comportamiento a la defensiva indica que siempre se
cree que, alumnos, representantes, colegas y/o directivos le están atacando a
uno. Este comportamiento evita el desarrollo de la empatía, una habilidad
necesaria en la escuela para motivar el aprendizaje de los alumnos. ¡Huye de
él!
4.
Poca preparación o habilidad para transmitir conocimientos
Si eres de los que gasta mucho tiempo pensando en el
conocimiento que vas a transmitir, y poco o nada de tiempo en la forma en que
vas a enseñar, podrías estar acercándote a un comportamiento tóxico. Para que
el conocimiento llegue a las personas es necesario preparar todos los sentidos
del receptor del aprendizaje.
5.
Creer que todos los alumnos aprenden de la misma manera
Están quienes tienen más facilidad para aprender de forma
visual, quienes disfrutan escuchando una buena historia para aprender o quienes
prefieren ver la vida a través de la lectura. Pensar que todos aprenden de la
misma manera puede convertirte en un profesor tóxico. Preocúpate por facilitar
diversos modos de aprendizaje a tus alumnos.
La relación entre docentes y estudiantes es uno de los
pilares del proceso de aprendizaje. Los profesores pueden marcar una gran
diferencia en la vida de los jóvenes; no solo desde el punto de vista
académico, sino también personal; ya que pueden llegar a ser toda una fuente de
inspiración. Sin embargo, hay docentes que terminan convirtiéndose en una
influencia negativa. Entérate cómo identificarlos y qué hacer con ellos.
Lamentablemente, hay docentes qué en vez de ser un valor
agregado a la formación, terminan siendo una molestia, y hacen tanto daño a los
estudiantes, como a la institución para la que trabajan.
Son muchas las actitudes que pueden reflejar la existencia de
un comportamiento tóxico en un profesor con respecto al aprendizaje positivo y,
el mejor consejo para alejarse de toda esa toxicidad y negatividad es nunca
dejar de actualizarse. Por ello cada día muchos maestros y profesores publican
sus formas de hacer las cosas en libros, blogs, páginas webs…, aquellas que les
están dando buenos resultados y pueden serle de utilidad a otros. Mantente
siempre al día con todos estos avances y no dejes que el paso del tiempo o el
cansancio te terminen convirtiendo en un profesor tóxico.
Veamos que el docente tóxico es aquel que…
1. Dice que Siempre se ha hecho así. Odio oír esta frase. Lamentablemente
se trata de una frase muy repetida y común en determinados docentes. Creo que
transmite una idea de la Educación muy equivocada, ya que fomenta el
inmovilismo y la falta de innovación. Siempre desconfío de las personas que
pronuncian esta frase cuando se les hace algún tipo de propuesta. Suelen ser
docentes que llevan largo tiempo en un mismo centro educativo y desempeñando
una mima labor. Con esto no quiero decir que lo que funciona en un centro deba
cambiarse. Simplemente digo que hay que tener la visión de que incluso aquello
que fusiona, tal vez es posible que funcione incluso mejor, y aquello que no
funciona, tal vez es conveniente sustituirlo por algo que creamos que puede ser
mejor.
2. Propone, pero no dispone. El docente tóxico suele ser muy dado
a realizar propuestas, pero a pedir a otros compañeros que las lleven a cabo.
Se trata de un tipo de docente que al principio da un paso adelante para, a
continuación, dar dos pasos atrás. Reconozco que en algunos momentos me he
dejado llevar por esta mala praxis. Se trata de un docente de palabra y de
escasa acción. No suele ser consciente del trabajo implícito que supone una
propuesta, por acertada que sea. Al respecto, suele ser muy común en los
claustros y reuniones de equipos docentes. También es muy frecuente en sesiones
asamblearias.
3. Explica mucho y enseña poco. El docente tóxico entiende la
Educación como una mera transmisión de conocimientos. Es un profesor que
explica de forma unidireccional. Puede ser que explique bien, pero no enseña. Puede
que sea un buen especialista en la materia que imparte, pero le falta pedagogía
a la hora de afrontar una sesión lectiva. Se trata de un docente que se
preocupa por hacer una buena clase, pero no invierte el mismo tiempo en pensar
cómo podrá enseñar aquello que sabe para que llegue a todos sus alumnos.
4. No mira a los ojos de la gente. El docente tóxico no mira a los ojos
de la gente. Es un docente que se relaciona poco y mal con sus compañeros, bien
porque no le interesa, bien porque lo concibe como una pérdida de tiempo. Se
trata de un docente que no le da importancia a las relaciones interpersonales,
que tiene poca empatía. Además de ser un docente tóxico, es un docente
invisible. Se trata de un compañero que vive su trabajo de una forma tangencial,
que no se compromete con nada ni con nadie, que rehuye cualquier tipo de
responsabilidad, que intenta pasar lo más desapercibido posible, que no se sabe
el nombre de todos los compañeros del claustro, que..
5. Oye, pero no escucha. En el artículo titulado 5 consejos para aumentar la
empatía con tus alumnos ya hablé de la distinción entre oír y escuchar. El
docente tóxico tiene la manía de no escuchar a los que le rodean, entre otras
muchas cosas porque tiene el convencimiento de que poco o nada aprenderá de
estos. Es un docente al que mientras le hablas, sabes que tiene el pensamiento
en otro sitio, sabe que aquello que le estás diciendo poco a nada le importa.
6. La culpa la tiene… El docente tóxico es aquel que cree que todos tienen la
culpa, excepto él. Culpa a sus alumnos porque no le entienden, culpa a equipo
directivo por su gestión, culpa a la administración por el sistema educativo,
culpa a los padres por cómo educan a sus hijos, culpa a… El docente tóxico
carece de la perspectiva para creer que muchos de los cambios y mejoras deben
empezar por uno mismo. El docente tóxico culpa, pero no se interroga a sí
mismo. Personalmente, es un tipo de docente que ejerce una influencia muy
negativa en los claustros, ya que su visión de la Educación puede resultar muy
contagiosa. Además, se trata de un docente con el que es difícil establecer un
diálogo, ya que parte de una visión muy cerrada de lo que entiende como
Educación.
7. Es funcionario, luego docente. El docente tóxico es un docente de profesión,
pero no de vocación. No digo que esto sea negativo, pero lo cierto es que
plantearse una vida laboral en una profesión tan exigente como la nuestra
requiere en cierto modo una cierta actitud vocacional. El docente tóxico sabe
que vive de su trabajo, pero también tiene claro que no vive por su trabajo.
Creo que a la larga acaba siendo perjudicial tanto para este docente, como para
el resto de sus compañeros.
8. Confunde lo personal con lo profesional. El docente tóxico comete el error de
no diferenciar lo personal de lo profesional. Se trata de un tipo de docente
que sabe mucho sobre los demás, pero que nos es capaz de gestionar esta
información de una manera adecuada. Es un docente que habla poco y pregunta
mucho. Hay que ir con cuidado con este tipo de compañero porque no siempre es
capaz de diferenciar entre una confidencia y una exclusiva.
9. No crea, copia. El docente tóxico tiene una gran capacidad para apropiarse
de lo que no es suyo. Se trata de un compañero que invierte más tiempo en mirar
lo que hace el resto de sus compañeros que no de proponer para sus compañeros.
Personalmente es un docente al que me gusta tener lejos, porque no tiene el más
mínimo interés en aprender.
10. Colabora, no coopera. El docente tóxico no tiene por qué ser poco
trabajador. En Educación, existe una gran confusión entre lo que se entiende
por colaborar y lo que se entiende por cooperar. En este sentido recomiendo la
lectura del artículo Colaborar vs. Cooperar en el aula. El docente tóxico prima
la colaboración por encima de la cooperación, o lo que es lo mismo, prima la
homogeneidad sobre la heterogeneidad, tiende a excluir en lugar de incluir,
prefiere trabajar con y no trabajar por, prima el esfuerzo individual en vez de
la ayuda mutua.
Hay compañeros que suman y compañeros que restan. En nuestro
caso, no podemos elegir a los compañeros que trabajarán con nosotros. Pero creo
que sí debemos ser capaces de dar ejemplo a todos aquellos que comparten el
claustro al que pertenecemos. Ser un docente tóxico está al alcance de todos. Para
cambiar, primero debemos reconocer aquello que no funciona en nosotros mismos y
tener el convencimiento y la determinación de transformado y de ser un ejemplo
que inspire a los demás también a su transformación.
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