¿Qué es la inteligencia kinestésica?
La inteligencia kinestésica (o cinestésica) es la capacidad
de controlar el cuerpo físico durante una acción. El dominio corporal se
produce como consecuencia de la información que, por efecto del movimiento y de
la experiencia, se convierte en aprendizaje.
Un individuo que desarrolla este tipo de inteligencia es
capaz de manipular objetos y perfeccionar sus habilidades motoras más allá de
una cuestión física, ya que involucra también su habilidad cognitiva que lo
conecta al sistema nervioso.
La inteligencia kinestésica implica la coordinación del
equilibrio, velocidad, la fuerza y la destreza del individuo para realizar
cualquier acción o actividad.
Su potencial puede apreciarse tanto en un deportista de
basquetbol que alcanza gran precisión para embocar el balón en el aro, como en
un orfebre que tiene un gran control de motricidad fina (su pulso) para
manipular piezas muy pequeñas al momento de crear joyas.
Tiempo atrás, la inteligencia kinestésica formaba parte de
esos conceptos desconocidos o poco presentes en el ámbito empresarial. Sin
embargo, hoy se trata de un concepto familiar y labrado en los dominios de la
empresa, con vínculos estrechos, sólidos y firmes con expresiones de una
importancia cada vez mayor, como la de gestión por competencias, liderazgo
positivo o motivación de equipos humanos.
Dado que en la cultura occidental se ha realizado
tradicionalmente una separación entre el cuerpo y la mente, la inteligencia
había sido explicada de un modo unívoco (y prácticamente universal) como una
capacidad humana eminentemente intelectual hasta que en 1983, el psicólogo
Howard Hardner la definió a partir de tres capacidades:
Resolución de problemas
Creación de productos
Potencial para encontrar o crear
nuevos problemas
Fue así, al reconocer el dinamismo de la inteligencia, como
esta se dividió en ocho tipos:
1.
Inteligencia
lingüística
2.
Inteligencia
musical
3.
Inteligencia
lógica matemática
4.
Inteligencia
espacial
5.
Inteligencia
intrapersonal
6.
Inteligencia
interpersonal
7.
Inteligencia
naturalista
8.
Inteligencia
kinestésica
De esta forma, la consideración de la inteligencia se liberó
del corsé meramente cognitivo alcanzando terrenos como los de las emociones, la
experiencia o el automovimiento. La
consideración, el análisis y las posibilidades de gestión racional de los aspectos
y las facetas más representativas de nuestra especie han dado lugar al
surgimiento de conceptos como el de inteligencia emocional, inteligencia
cristalizada o flexibilidad cognitiva, entre muchos otros más.
La quinestesia, o kinestesia (del griego kinesis, movimiento)
es una disciplina científica que toma como objeto de estudio los movimientos
corporales del ser humano y su relación con cuestiones perceptivas,
psicológicas y de lenguaje. No es lo mismo (aunque sea parecida) que la
quinesiología, también centrada en el movimiento humano, pero con un enfoque
más físico y menos perceptivo.
La kinestesia pone especial atención al lenguaje corporal, y
aunque a muchos de nosotros se nos presente como un vocablo totalmente nuevo,
es un término ampliamente conocido en ámbitos como los de la psicología, las
artes escénicas o la comunicación. Dicho esto, no resulta difícil entender en
qué consiste la inteligencia kinestésica, ni empezar a vislumbrar algunas de
sus principales aplicaciones.
La inteligencia kinestésica sería, pues, el conjunto de
habilidades que facilitan la conexión y coordinación de la mente con el cuerpo
y que permiten correcta gestión física, desde la toma de conciencia a sus
movimientos, pasando por la capacidad comunicativa gestual. De su entrenamiento
y agilidad dependen las emociones que seamos capaces de transmitir con un
simple gesto, la posición de nuestro cuerpo o un determinado movimiento. Desde
simples expresiones faciales hasta el modo de andar o presentarnos ante
nuestros interlocutores, el cuerpo es un elemento clave en cualquier contexto
comunicativo.
Gardner sostuvo que los niños que evidencian este tipo de
inteligencia tienen un mayor control de la motricidad para cumplir lo que se
proponen (treparse, agarrar un objeto determinado, etc.). Los niños están
siempre en movimiento, incluso mientras comen o estudian, por lo que la
kinestesia resulta un objetivo primario.
Estimular esta capacidad en una edad temprana puede
contribuir al mejor desarrollo cognitivo general del individuo mediante
actividades que impliquen el movimiento, la interacción y la manipulación de
objetos.
En el sistema educativo actual no se reconoce la capacidad
kinestésica en las metodologías de enseñanza como ocurre, por ejemplo, con la
inteligencia lógico-matemática. Tampoco tiene suficiente apreciación social o
dentro del mundo laboral profesional.
Sin embargo, está científicamente demostrado que el
desarrollo de la capacidad corporal kinestésica beneficia al individuo porque
potencia su conectividad cerebral y su capacidad cognitiva.
Recomendaciones para escuelas
Es muy importante que se realicen visitas a conciertos,
zoológicos, museos, lugares históricos… Para que el alumno pueda ver, tocar y
sentir las cosas de forma directa, involucrando su cuerpo.
Para desarrollar esta inteligencia, es recomendable que las
escuelas organicen más excursiones y escapadas al aire libre relacionadas con
la temática de estudio. Al igual que juegos, representaciones teatrales,
bailes… Incluso aprender a tocar instrumentos musicales.
Este método de aprendizaje activo desarrollado a través de la
experiencia se está utilizando como método educativo en escuelas alternativas.
Para ello, se trabaja con grupos pequeños de niños y se implica al niño
directamente en la materia.
Sujeto activo
El alumno no es un sujeto pasivo que solo escucha o lee
información, sino que la experimenta a través de su cuerpo y la siente. Parece
ser que este método de aprendizaje es más beneficioso que los tradicionales, ya
que se adapta a las características individuales de cada niño.
Como consecuencia, se previenen frustraciones y se aumenta la
motivación de cada alumno ya que se respeta su ritmo de desarrollo.
De esta forma, las actividades motrices gruesas (movimientos
más amplios con todo el cuerpo) y finas (movimientos precisos como los
realizados para dibujar o escribir) se integran en el día a día.
Ya que el pequeño debe moverse entre distintos grupos de
niños, recoger sus propios materiales, hablar sobre su trabajo con otra
persona, salir afuera a buscar algo que necesita para su proyecto, etc. Así,
los alumnos mejoran el manejo de sus movimientos a la vez que aprenden.
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